Cuando me enteré por las noticias de la condena a muerte de Sadam Hussien, comencé a meditar sobre la efectividad de la justicia, y la comparación con lo que sucede en nuestro país.

En países del medio oriente, no sé si en todos, a quienes son encontrados culpables del delito de robo se les corta las manos.

Tal vez estemos de acuerdo en que esa es un forma extrema de hacer justicia, porque claro, se evita la reincidencia, pero también se trunca la posibilidad de reinserción en la sociedad.

Por otra parte está el cuestionado criterio de los jueces. Recuerdo en una ocasión, haber visto un titular de un noticiario, que decía más o menos: "Ejemplar castigo, delincuente fue condenado a cinco años de presidio por robar un celular". En ese momento pesé que en verdad esto de la reforma procesal penal sería un tremendo cambio para la justicia en Chile, pero a no mucho andar, empezaron repetirse aquellas "pequeñas" fallas del anterior sistema y que como es obvio, dejan bastante que desear. Como por ejemplo, condenas que son irrisorias o aquellos fallos en que delincuentes son dejados en libertad por "falta de méritos" siendo que hay ocasiones en que solo falta la confesión del imputado; y así suman y siguen casos que se pudieran nombrar.

¿Qué debe ocurrir para que la justicia sea tal, que haga reflexionar más de dos veces antes de cometer un delito? y por otra parte, da para pensar el asunto del criterio de los jueces, porque tal vez sean distintas personas las que estén escuchando los casos, pero tienen un común denominador, el ser jueces.

Sólo nos queda confiar en que esto cada vez evolucione de manera tal, que la justicia haga honor a su nombre, pienso que es lo que todos queremos como sociedad y como país.